Todavía no me he puesto enferma
Hace sonar la alarma del móvil y le creo más cuando dice que es solo un sueño que cuando añade: «es broma, qué tonta eres». Y debo ser tonta, realmente, porque sigo en un estado intermedio, flotando entre el suelo y el techo.
Ahora me acuerdo de cuando alguien me dijo sonriendo y suave, como quien le habla a una niña desatendida: «pero ¿nadie te ha dicho que escribes así?», y yo pensé que este mes confirmaba lo de ser inmune a dos cosas: los virus del metro y las palabras bonitas.
¿Se irán antes ellos o yo?
Esquivan los turistas mi cuerpo y yo, mi cabeza. Suben ellos ahogados y bajo yo desahogada, por mucho que un señor me imite y yo tenga que darme la vuelta para gritarle el primer insulto que me viene a la cabeza.
Es verdad lo que dije, que siempre sigo adelante, creciendo por dentro y menguando por fuera. Este año he llegado mucho más lejos de lo que pensaba. Si fuera en línea recta hace mucho que me hubiera marchado de Barcelona, de los turistas, de esto. Por eso voy siempre en círculo. Prefiero vivir en un bucle que lejos de aquí, sin mirar atrás.
Está bien (estaría)
Salgo del tren y mis piernas me llevan a la calle donde podría vivir. Voy a la esquina y busco el que sería nuestro balcón. Sí, ese, el del toldo. Ese, exactamente. Ya no da el sol, pero me convenzo de que en otro momento debe dar ni que sea un poquito. Y de que un poquito me sirve, me serviría.
El año no empieza si alguien no quiere
Ya pasan las doce en mi reloj cuando seguimos sentados en el sofá, viendo las campanadas con un minuto de retraso. Lo hago notar, feliz año o algo, y los demás se ponen nerviosos mientras hacen como que no se dan cuenta. Esperamos a que a suene el sonido este doce veces para poder celebrar 2024.
Yo me meto una uva en la boca en los cuartos por error. Luego tengo que correr mucho: diez, once, doce, me descuento y me como tres de golpe. Engullimos mientras nos reímos y sufro, por un segundo, por si estoy a punto de atragantarme. No pasa, concluyo que este va a ser un buen año y felicito a Oriol por seguir vivo durante veintisiete años seguidos.
Estoy mayor otra vez
Parece ser que nos vimos hace mucho. ¿Lo parece? Hay muchas cosas de mí que han cambiado y no te las he contado, contigo pasará lo mismo. Pero mientras hablas, me pregunto si habrá pasado realmente el tiempo si cuando te escucho sigues siendo el mismo. Si hablando contigo me hago grande y pequeña y grande y pequeña de forma que, de vuelta en casa, he olvidado cómo suelo ser.
Si no lo usas Mientras subimos con prisa desde casa hasta pasado el parque, el tío suelta que esta es la primera vez que corro para llegar puntual. Le pego en el brazo sobre todo porque es mentira, pero también porque al verme enfadada me da permiso para pegarle. Que lo haga le hace mucha gracia y después sigue andando mientras mira el Wallapop en el móvil, tan tranquilo que parece que no vayamos ni al mismo sitio, ni a la misma hora.